In memorian de Paco Palma

por Vicente Pineda Acedo

Cuando el 8 de marzo de 1942 la nueva imagen del Cristo de la Buena Muerte realizó su primer desfile procesional por las calles de Málaga, su autor, un joven malagueño de apenas 20 años, escribía con letras de oro su nombre en la historia de la tradición barroca de pasos e imágenes religiosas. Francisco Palma Burgos, hijo de otro insigne escultor malagueño, Francisco Palma García, aprendió desde muy pequeño los secretos del barro, la gubia, la madera y el policromado en el taller de su padre. La muerte de este obliga al joven escultor a realizar la imagen del Cristo de la Buena Muerte que había sido encargado a su progenitor por la Congregación del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Animas y Nuestra Señora de la Soledad para llenar el vacío que la quema de la imagen de Mena, en 1931, había dejado. La obra de Palma marcará su trayectoria artística y también la historia de nuestra Semana Santa en la que esta escultura se seguirá conociendo como el Cristo de Mena.

El próximo día 31 de diciembre se cumplen dos años de la muerte de Francisco Palma Burgos. Ante la proximidad de estas fechas, la Cofradía de Mena rinde homenaje al artista malagueño, con el deseo de que las generaciones venideras recuerden que la imagen del Cristo de la Buena Muerte fue creada por las manos de Paco Palma, y para que su nombre y el de Mena queden por siempre unidos.

Han transcurrido casi dos años, y Málaga, la tan hospitalaria..., no puede olvidar a un hijo ilustre. Transcurria la década de los treinta. Hacia sus inicios, la talla del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, obra de Pedro de Mena, había desaparecido entre la realidad y la leyenda. ¿Quien sustituye esa talla? ¿Quien da vida al Santísimo Cristo en tal advocación? Creo que serían las preguntas de muchos malagueños y, en especial, de los cofrades de la Congregación de Mena. ¿Quién es capaz de dar vida y unir el pasado y el futuro? ¿Quién es la persona que con maestría puede «resucitar» la imagen deseada? Un malagueño, joven, no más de 20 anos, realizó el milagro. Ahi, tenéis a vuestro Cristo de Mena. Aquel joven, recientemente premiado en una exposición en Córdoba, esculpió para los malagueños, sus conciudadanos, la hermosa talla del Crucificado, que recordando aquella otra desaparecida, vino a llenar el hueco que la gran catástrofe del 31 habla producido.

Orgullo de los malagueños, los Jueves Santos de cada año vemos en nuestras calles, y todos los días del año, en una capilla, hoy aislada del contexto social, la imagen relevante del Santisimo Cristo de la Buena Muerte, que tiene ocasión de transmitir a muchos su mensajes de amor y seranidad. Es el Cristo de Mena, dicen muchos. Pero es el Cristo «resucitado», la talla, no reproducida, la obra maestra de un gran escultor que en su juventud supo dar a Málaga todo su arte. Es el Cristo de Palma. Con ella quedaron unidos en nuestra Congregación y para siempre los nombres de Palma y de Mena.

La obra de Palma, la del Santisimo Cristo de la Buena Muerte, hace resurgir de las cenizas a aquella otra obra de Pedro de Mena. Y en ese resurgir, está la ilusión y la leyenda de muchos. Y en su autor, la satisfacción de que la misma sea confundida, aún cuando el reconocimiento a él no llegara. Qué magnificencia. Qué grandeza de espíritu la de aquel hombre.

Paco Palma, no hace aún dos años fue a vivir la esplendorosa visión de Aquel a quien con su gubia supo esculpir en aquel trascendental momento de su muerte. Y Málaga, que guarda celosamente muchas de sus imágenes, una vez más, no puede olvidar a uno de sus hijos más preclaros.

El momento no es tardío. Lo importante es que los malagueños sepamos que un hombre ilustre, un gran artista, esculpió para todos nosotros al Cristo de la Buena Muerte, y se reconozca su obra, promesa o deseo de su padre. Otro gran escultor que luchó por salvar la imagen querida de Pedro de Mena y no pudo, que comprometió su palabra para que la imagen del Crucificada volviera a ser expuesta en procesión todos los Jueves Santo.

Es hora que Málaga entera sepa que ese Crucificado es obra de uno de sus hijos más preclaros, de uno de las mejores artistas que de ella han nacido. Es hora que el Cristo de la Buena Muerte sea reconocido como una de sus grandes obras.

Pero, los «menosos» seguiremos llamándonos, como en general se nos conoce, Congregación de Mena. Ello no importa. La obra de Palma sabe recordar aquella otra de Mene. Grandiosa promesa cumplida. Pero que todos sepamos, porque es justo y real, que ese Cristo de los Jueves Santo, el Protector de la Legión, es obra de Francisco Palma Burgos.

Es necesario se realice el reconocimiento por todos los malagueños. Y la Congregación de Mena, orgulloso de tener su obra, en este mes de diciembre, segundo aniversario de la muerte de tan insigne imaginero, rinde público homenaje de sus congregantes al gran maestro. Público homenaje extensivo a todos los malagueños. Muchas son sus obras escultóricas que, día a día, vemos en nuestras iglesias.

Con nosotros estará ese gran mundo cofradiero de Ubeda, tierra que guarda y custoda su cuerpo, donde tantas obras se veneran. Y estarán otros cofrades de otras ciudades.

Nuestro acto de homenaje será sencillo, cultural, por el artista, y religioso por el congregante que se nos fue, Y a Málaga entera pedimos, en estos próximos días, un público reconocimiento a ese hijo predilecto que se unió a quien supo esculpir en el momento más trascendental del Hombre.

* Hermano mayor de la Congregación del Santisimo Cristo de la Buena Muerte

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Rafael Poyato Crespo

Al hombre que encarna con su gubia maravillosa, la imagen de lo que siente su alma gigantescamente noble.

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