por José Chamorro Lozano
en el catalogo de la exposición de pintura La Embajada de Colores, celebrada en los Salones de la Sociedad Económica de Amigos del País, de Jaén, del 3 al 6 de enero de 1963
en el catalogo de la exposición de pintura La Embajada de Colores, celebrada en los Salones de la Sociedad Económica de Amigos del País, de Jaén, del 3 al 6 de enero de 1963
Ni más ni menos que un hermoso puente luz tendido Francisco Palma Burgos en su nueva modalidad de trabajo artístico, el de Roma a Úbeda. Un puente, o como se dice ahora un eje, cordial, amplio, pleno de sentido creacional y de muy delicada matización en su precisa y preciosa técnica. Palma Burgos se nos ha hecho ahora pintor y como tal ha ve ido a traernos un aire nuevo, con su estancia en Roma, donde no podía por menos de vibrar su temperamento al contacto con la grandiosidad monumental de la Ciudad Eterna. Y sin dejar de se escultor —esta es la gracia— se ha metido en el oficio difícil y tentador de la pintura.
No esta al alcance del escritor lo terminología exacta de este oficio como Palma Burgos lo practica, pero como nuestro misión no es la de enredarnos en una teminología nada vulgarizadora, sino en presentar a Palma como realizador de una sorprendente acción, henos aquí que al ver los cuadros en el barnizado nos hemos encontrado con una novedad de muy apreciables calidades. Palma es buen dibujante, pero se ha manifestado también buen manejador de los materiales de su trabajo con los elementos nobles que llevan al lienzo el color perdurable: pero lo hoce con un modelado de las pastas movidas por la espátula sobre tejidos especiales, con una seguridad en las mezclas y las diferentes calidades del empaste que son defectos realistas en la proporción figurativa.
Palma Burgos trae a Jaén una visión plástica —impresionista, quizás?— de Roma y de sus hermosas ciudades cercanas. Pero también, embebidos los ojos del clasicismo de la urbe, ha llegado a Úbeda y ha sabio ahondar en los hermosos contrastes o en las bellísimas concordancias de los monumentos de la gran ciudad del Renacimiento andaluz. No quiero ahora entrar en detalles descriptivos de los cuadros que he visto. Mas bien deseo incitar al que leyere para que admire la perennidad monumental ubetense con una visión original, con los efectos de la luz maravillosa sobre las piedras reverberantes o con los sombríos y opacos espacios, en los que parece fluir una melancolía transida de siglos.
No esta al alcance del escritor lo terminología exacta de este oficio como Palma Burgos lo practica, pero como nuestro misión no es la de enredarnos en una teminología nada vulgarizadora, sino en presentar a Palma como realizador de una sorprendente acción, henos aquí que al ver los cuadros en el barnizado nos hemos encontrado con una novedad de muy apreciables calidades. Palma es buen dibujante, pero se ha manifestado también buen manejador de los materiales de su trabajo con los elementos nobles que llevan al lienzo el color perdurable: pero lo hoce con un modelado de las pastas movidas por la espátula sobre tejidos especiales, con una seguridad en las mezclas y las diferentes calidades del empaste que son defectos realistas en la proporción figurativa.
Palma Burgos trae a Jaén una visión plástica —impresionista, quizás?— de Roma y de sus hermosas ciudades cercanas. Pero también, embebidos los ojos del clasicismo de la urbe, ha llegado a Úbeda y ha sabio ahondar en los hermosos contrastes o en las bellísimas concordancias de los monumentos de la gran ciudad del Renacimiento andaluz. No quiero ahora entrar en detalles descriptivos de los cuadros que he visto. Mas bien deseo incitar al que leyere para que admire la perennidad monumental ubetense con una visión original, con los efectos de la luz maravillosa sobre las piedras reverberantes o con los sombríos y opacos espacios, en los que parece fluir una melancolía transida de siglos.
