El Escultor Malagueño Francisco Palma Burgos en la Semana Santa de Úbeda

por fernando salas pineda
publicado en el nº 4 de la Revista independiente de Religiosidad Popular
Cáliz de Paz. Málaga, Curesma de 2008

Hoy me encuentro en mi Úbeda terminando unos compromisos. Hoy son de pintura, color… manejar el color es unos de los mejores placeres.
Ayer en Úbeda.
Francisco Palma Burgos, Úbeda y agosto de 1966



Tras la incivil guerra que asoló España entre 1936-1939, el patrimonio artístico de Úbeda, ciudad patrimonio de la Humanidad, quedó mermado notablemente por la barbarie y la incultura de quienes, amparados en ideologías supuestamente progresistas, nos retrotrajeron a los periodos más oscuros de nuestra historia en los que en base a una idea otra era arrasada. La centenaria Semana Santa de Úbeda, de sabor peculiar e intensa personalidad entre lo castellano y andaluz, no escapó a este deicidio incontrolado de quema de imágenes y templos, de saqueo y destrucción masiva del tesoro artístico sagrado. Como otras ciudades de su entorno, de Andalucía y del resto del territorio nacional, pasado el periodo bélico, Úbeda -sus cofrades mecenas- hubo de recomponer el legado recibido siglos atrás que en este tiempo de infausto recuerdo fue vilmente aniquilado. Algún día convendría también hacer memoria histórica de lo que nos ha hurtado la sin razón y la falta de entendimiento entre hermanos en este aspecto, no por menos sensible, sí importante, al arrancarnos una parte de nuestras raíces, de nuestra cultura, de nuestras creencias.

La llegada de
Palma a Úbeda

No tenemos certeza del porqué Rafael Herce de la Cámara encarga a Palma en 1942, cuando
nuestro escultor contaba con veintitrés años de edad, la primera imagen que éste realizaría para Úbeda, según contrato la del Santísimo Cristo de Azote y Columna, ¿acaso por amistad o conocimiento personal del artista o su obra? ¿por recomendación? Sea como fuere, desde entonces Palma queda de tal modo vinculado a esta ciudad que será el verdadero artífice de la recuperación de su Semana Santa y de una buena parte del patrimonio artístico perdido.

Desde esa fecha los encargos son continuos hasta el punto de establecerse definitivamente en Úbeda en 1952, toda vez que abandonó Málaga, incluso v
endiendo en 1949 el taller edificado en Puerto Parejo construido sobre el terreno adquirido a mediados de los años 30 por su padre, el malogrado Francisco Palma García, no sin antes haber pasado por Andújar y Madrid.

Palma Burgos, nombre artístico por el que se le conoció y se le conoce en Úbeda, se integró en ella como uno más de sus habitantes y revivió como nadie su pasado glorioso al dispone
r de un imponente taller de los que un artista de su categoría, proyección y bastísima producción hubo de necesitar para hacer frente a la demanda de trabajo, para dar cabida a las disciplinas que abarcó y al personal del que dispuso. Palma en Úbeda recreó la vida de un gran artista del Renacimiento, como no podía ser de otro modo en una de las cunas precisamente del Renacimiento Español. Debió sentirse como un gran maestro bajo el artesonado mudéjar de la Iglesia de Santo Domingo de Silos, templo construido a finales del s. XV y cerrado al culto tras los decretos desamortizadores de 19 de febrero y 8 de marzo de 1836 promulgados por el ministro de hacienda de Isabel II, Juan de Dios Álvarez Mendizábal. Organizó los espacios del templo, de modo que el altar mayor servía de espacio para tallar, a continuación la carpintería y repartidos por el resto de las naves las otras disciplinas necesarias, reservando el coro para el modelado en barro y en tres capillas contiguas su estudio. Para hacernos una idea de la febril actividad desarrollada en Santo Domingo y de lo que fue ese taller en pleno apogeo, baste decir que contó, en números aproximados, con hasta diez tallistas, seis canteros, siete doradores, nueve carpinteros y dos aprendices, amén de otros miembros de la dinastía Palma, sus hermanos Mario y José María y su cuñado Manuel Pérez de Mercado, algo a todas luces imposible en nuestros días y que nos hace reafirmarnos en que aquello era el taller de un gran maestro renacentista. Aún hoy sigue presente este inmenso legado de arte que Palma dejó en Úbeda, pues además de los artistas surgidos de su taller, están también los que tuvieron la fortuna de recibir su magisterio docente, bien en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, bien en el Colegio Santo Domingo Savio, de los PP. Salesianos, S.D.B.

Su obra imaginera

Su obra para la
Semana Santa de Úbeda es colosal, no sólo por la reposición de su imaginería, sino por la de sus pasos de trazo valiente y clara evocación malagueña, donde procesionarán los Cristos y Vírgenes que crearon sus gubias magistrales, pasando por el diseño de insignias, altares y retablos para el culto de las mismas. Se puede decir con rotundidad que no hay prácticamente una Cofradía en Úbeda que no atesore alguna obra de Palma, salvo naturalmente la fundadas después de su muerte.

Como ya hem
os mencionado su primera imagen para la monumental ciudad, fue la de Nuestro Señor en la Columna. Sin duda su llegada a Úbeda el 24 de marzo de 1942 debió suponer todo un acontecimiento y no sólo para su Cofradía, sino para el resto de las Hermandades en pleno proceso de reorganización, lo que debió influir para el resto de los encargos. La imagen del Señor es sencillamente imponente, suspende el ánimo de quien la contempla, nos atrevemos a catalogarla, no sólo como una de las más extraordinarias de la Semana Santa ubetense, sino de las que tienen un sitio de honor en la producción del artista. Sus carnaciones son tostadas, la magia del pincel de Palma es incuestionable y en este Cristo se muestra en su máximo esplendor. Todo el dolor de la flagelación se concentra en un espeluznante rostro de dolor contenido, como bien dijo en alguna ocasión el maestro este Cristo es un pescador de Galilea. Palma fue cofrade de la Columna y asesor artístico de su Cofradía, en ella recreó como en ninguna otra su magisterio. En 1950 realiza los dos sayones que completan el misterio, uno que flagela al Señor y otro que tira con una soga de sus manos amordazadas, mientras que no es hasta 1960 cuando ejecuta la imagen de María Santísima de la Caridad, en el estilo personal que poseen sus dolorosas, tan alejadas de los patrones imperantes de mujeres jóvenes, Palma en la figura de la Virgen ve a su madre y este modelo le proporciona un sello único en su producción mariana.

En 1946 la Cofradía del Santo Entierro recibe de Palma los bocetos del que habría de ser su grupo escultórico, compuesto por seis imágenes de talla completa, a saber, Cristo yacente sostenido por San Juan Apóstol y Evangelista y Santa María Magdalena asida a las piernas del Señor en un profundo beso de amor y devoción, todas ellas en un solo bloque, las figuras de los Santos Varones José de Arimatea y Nicodemus y u
na extraordinaria Dolorosa de perfecta ejecución que le valió la Medalla de Plata en la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid en 1942?. En 1963 recibió un segundo encargo de esta cofradía, la imagen del Señor Yacente para el paso del Santo Sepulcro, que vino a sustituir una de escaso valor artístico, de las seriadas que tanto proliferaron, de los talleres de Olot (Gerona). Si anteriormente habíamos ponderado la notable obra de Palma para la Cofradía de la Columna, no podemos pasar por alto que, tanto ésta como la del Santo Entierro, probablemente atesoren su mejores gubias en Úbeda, pues a la ya mencionada y reconocida Dolorosa del misterio se le une el excepcional yacente en el que junto a la firma del escultor reza la melancólica leyenda aquí yace mi amor por Úbeda. Es un yacente sin urna, sin sábanas, sin almohadones ni finísimos velos, es Cristo en una majestuosa desnudez, puesto, más bien tirado, sobre una piedra de mármol, de un cuidado estudio anatómico, con los brazos laxos, la boca entreabierta y los ojos cerrados, la escultura toda nos da una sensación de sosiego.

Entre 1948 y 1949 llevaría a cabo la realización de la imagen de Jesús Resucitado, resuelta de modo que se aparta por completo de toda su producción cristológica. La imagen del Señor se muestra de una blandura tal que le hace abandonar la condición humana para da paso al ser celestial. Se eleva apoyado en la losa del sepulcro de la que pareciera flotar, el santo sudario se desprende de su cuerpo dejándolo casi al descubierto, lo que causó en la época no pocas anécdotas para su censura, la mano derecha quiere apoyarse en la figura del ángel genuflexo que le acompaña. La policromía está resuelta con especial blancura, en un intento por reflejar el paso de la muerte a la vida.

El ocho de febrero de 1951 recibe el encargo de realizar la imagen del Señor a lomos de una borriquilla y una cría de asno para la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén. Como todas las imágenes de Cristo que Palma realizó para Úbeda, es de talla completa, por consiguiente los ropajes forman parte de la misma con su tratamiento de policromía y estofado como es el caso. Consideramos un alarde técnico en esta imagen y una interpretación casi única que el Señor está montado a lomos del borriquillo que es como se le denomina en Úbeda, a horcajadas dejando al descubierto sólo los pies, mientras que la mayoría de las representaciones de la entrada de Jesús en Jerusalén son resueltos con el Señor sentado de lado sobre el bíblico animal.

María Santísima d
e los Dolores es una imagen de candelero que en 1959 realizó para la Cofradía de Jesús Nazareno. Es una bella dolorosa, tal vez la más apartada de su estilo. Se da la circunstancia que el día de su entrega, el Viernes de Dolores, día 20 de marzo de 1959, Palma recibió desde Málaga una fatídica llamada en la que le comunicaban el fallecimiento de su madre Purificación Burgos Fernández, en Almería, en cuyo cementerio municipal de San José se encuentra enterrada.

El último trabajo realizado para la Semana Santa de Úbeda fue el crucificado advocado Cristo d
e la Noche Oscura del Alma, ejecutado en 1966 en el museo provincial de Málaga, hoy museo Picasso. Es no sólo su crucificado más personal, también es único en su interpretación de cuantos ha producido la imaginería española, pues al basarse en la visión que en estado de éxtasis san Juan de la Cruz (1542-1591) tuvo de Cristo en la cruz y que plasmó en un dibujo, rompe con todos los modelos y patrones existentes. La oratoria de Palma era tan locuaz y precisa que para cada obra tuvo su análisis perfecto, de este Cristo dijo es un pájaro cansado que en su muerte abate el vuelo, en alusión a la violenta postura del cuerpo y la cabeza desplomada sobre el pecho. También tuvo acertada respuesta para quienes le achacaron que no veían el rostro del Señor, a ellos dijo para verlo hay que rezarle de rodillas.

Sus tronos de sabor malagueño

Hasta diez tronos realizó Palma para la Semana Santa de Úbeda, en ellos muestra el talento del trazado de su lápiz.

El primer trono que llevaría a cabo en Úbeda fue en 1946, a la vez que realiza su grupo escultórico del Santo Entierro de Cristo, de estilo barroco es de una gran severidad, flanqueado por cuatro águilas bicéfalas sosteniendo cartelas policromadas con lo atributos de la pasión.

Entre 1948 y 1949 realizó un bellísimo trono de carrete para la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, a la sazón para el Señor de más devoción de Úbeda y para su tan Antigua e Ilustre cofradía fundada en 1577 y de la que nos honramos en ser hermano, lo que constituye un motivo de manifiesto orgullo no disimulado. Ello no es razón que nos impida reconocer que se trata del mejor trono de Palma en Úbeda y el de un más marcado sabor malagueño. Está realizado en estilo neobarroco sobre madera de nogal.

Para Nuestra Señora de los Dolores, de esta misma Cofradía, confeccionó entre 1959 y 1960 un trono barroco no muy afortunado que posteriormente pasó a las imágenes de San Juan y la Verónica, incluso fue prestado durante años a la Cofradía de Jesús Resucitado para procesionar la imagen de Nuestra Señora de la Paz, obra de su discípulo Bartolomé Alvarado Carrasco (1945-), en la actualidad, y tras su venta, se encuentra en Bailén.

En 1951 llevaría a cabo el paso para la Cofradía del Santísimo Cristo de la Humildad, si bien no llegaría a ejecutar el proyecto original debido a la enorme rebaja económica impuesta por la Hermandad. Aún así Palma realizó el trono, eso sí, entendemos que el más discreto de su producción en Úbeda, de estilo neobarroco combina el dorado con partes de policromía en rojo bermellón estofadas al óleo que simulan la ausencia de talla, suponemos que la prevista en el inicial boceto, y flanqueado por cuatro faroles de madera acristalados.

En este mismo año culmina otro trono para la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, hoy muy transformado precisamente por uno de sus alumnos más aventajados, Marcelo Góngora Ramos (1940-), para albergar el grupo, aún inacabado, del Descendimiento de este mismo autor.

En los años 1952 a 1953 realizó el magnífico trono para el Santísimo Cristo de la Expiración. Es una peana perfecta para enclavar al crucificado, componiendo una base sobre los cuatro evangelistas, a saber Mateo, Marcos, Lucas y Juan, valiéndose, algo muy natural en su trayectoria, de sus amigos para plasmar los diferentes rostros, sobre la misma dos faroles de planta cuadrada y de estilo neorrenacentista, hoy desafortunadamente retirados y sobre la mesa del trono, cuatro pebeteros de los que se eleva incienso.

Entre 1954 y 1955 ejecutó el proyecto del trono de Nuestro Señor en la Columna, de sobria traza neorrenacentista con la incorporación de cuatro columnas clásicas en sus esquinas sobre las que se sitúan otros cuatro enormes faroles acristalados en color ámbar al igual que los guardabrisas repartidos en el paso. Desde 2004 se ha adaptado para ser portado a la usanza malagueña por ciento veinte hombres de trono, resultando majestuoso su paso por las calles de Úbeda en la tarde del Jueves Santo. En 1960 culminó igualmente el paso de María Santísima de la Caridad, de trazado neobarroco en esta ocasión confeccionó un canasto piramidal. Como ya dijimos anteriormente, Palma fue hermano y asesor artístico de esta cofradía, ello le llevó a diseñar un ambicioso proyecto de palio con cueros repujados que no llegó a ejecutar más que en su traza, aún en el frente del mismo se muestra el inicio de una de sus piezas.

En 1956 llevó a cabo el esbelto trono para la Entrada de Jesús en Jerusalén, sobre su mesa se eleva una gran bandeja y sobre ésta un canasto de planta cuadrada, la figura del Señor alcanza una altura inusitada. Lo realizó en madera coral importada de Guinea en el África ecuatorial. Como en otros tronos incorporó el arte del cordobán o cuero repujado para realzar las sinuosidades de la talla de los respiraderos sobre los faldones.

En 1961 culminaría el último de sus tronos para Úbeda. Se trata de un trono de carrete para el grupo escultórico de la Cofradía de Jesús Resucitado, en él incluiría, para sostener la bandeja que soporta al Señor, las figuras de dos ángeles en la parte delantera y la de dos soldados romanos somnolientos, y provistos de sus armas, en la parte trasera.

Retablos, insignias y diseños


Varias Cofradías contaron con el concurso de Palma para revestir las desnudas paredes de sus Capillas con el fin de presentar solemnemente al culto sus queridas imágenes.

En 1950 trabajó en la restauración y acondicionamiento de la capilla de la Cofradía del Santo Entierro, revistiendo un arco apuntado con maderas policromadas y doradas.

Para su Cofradía de la Columna construyó un altar en 1951 en la capilla que esta Hermandad dispone en la Iglesia Parroquial de San Isidoro, con una composición en base a cuatro columnas de estilo corintio, quedando inconcluso su posterior retablo.

En 1959 realizó en magnífico baldaquino para la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, suponemos que sigue en pie, pues se encuentra en la capilla que la Cofradía ocupa desde 1940 en la Iglesia Parroquial de Santa María de los Reales Alcázares, cerrada al culto en una interminable restauración comenzada en 1983 y sin fecha aún de apertura, propiciada, entre otras cosas, por la destrucción llevada a cabo en 1986 por el arquitecto Isicio Ruiz, quien derribó toda la bóveda barroca del templo levantando su tejado y deteriorando toda la fábrica hasta consecuencias irrecuperables.

En fecha que desconocemos, pero con toda seguridad cercana a los primeros años de la década de los sesenta del pasado siglo, concluyó un retablo con hornacina de traza renacentista para albergar al grupo del Resucitado en la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari y que en unas obras de restauración del templo a comienzos de este siglo fue retirado lamentablemente y sustituido por una mesa de altar pétrea de muy escaso gusto y carente de cualquier sensibilidad artística.

En el apartado de insignias tiene en su haber la magnífica y original cruz de guía de la Cofradía del Santo Entierro, realizada en estilo neobarroco sobre madera dorada y un estandarte en cuero repujado de la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén.

Diseñó igualmente la cruz de guía de la Cofradía de la Columna, que fue ejecutada por su colaborador el tallista José María Trillo Olivares en 1948, siendo la primera vez que una cofradía de Úbeda se dotaba con esta elemental insignia, también sus faroles de acompañamiento realizados en forja. Entre sus muchos bocetos no llevados a la práctica se encuentra el del trono del Cristo Yacente de la Cofradía del Santo Entierro y que posteriormente y reinterpretado llevó a su término otro de sus discípulos, el tallista Ramón Cuadra Moreno (1929-1999).

La bohemia de Palma

Nuestra admiración por Francisco Palma Burgos no tiene límites, hemos pasado años buscando pistas de su intensa vida y podemos asegurar que ni el mejor biógrafo podría reconstruirla con total certeza. Nos rodean recuerdos y legajos del maestro suficientes como para rendirnos ante su persona y ante su bohemia filosofía de vida. Palma era un genio, y esa conclusión sólo la pueden obtener quienes intenten profundizar, más que en su obra, en su alma. Pero no nos puede cegar la admiración de tal modo que no nos haga ver también el fracaso y la angustia del artista, su constante huida y sobre todo su nefasta administración. Este último extremo fue aprovechado por muchos de los que contaron con sus servicios. Casi en todos sus trabajos, al menos los realizados para las cofradías de Úbeda, no recibió los emolumentos acordados en los presupuestos ofrecidos y plasmados en sus posteriores contratos, aunque sí las exigencias, cuando no las críticas, por su obra. Como muestra de ello, y a modo de ejemplo, obra en nuestro poder una carta fechada el 11 de mayo de 1965, en la que el Hermano Mayor de las Hermandad del Santo Entierro, a la sazón, Federico Adán Hortelano, pone no pocos reparos a la recién terminada imagen del Cristo Yacente, instando incluso a Palma a modificarla pues según sus palabras el Cristo no puede verse procesionalmente por la dificultad que supone el estar totalmente pegado al mármol, ni qué decir cabe que no procedió afortunadamente a reforma alguna y hoy, como ya dijimos anteriormente, esta obra pasa por ser una de las más acertadas y queridas de nuestro artista en Úbeda. También no es menos cierto que con justeza se hubieron de desechar algunos de sus trabajos o reformarlos por falta de calidad, algo propio de un taller con tal volumen de trabajo que también afecto a otras artistas de la época que, como Palma, se vieron desbordados por la enorme demanda, citemos el caso de la fama que persiguió a muchas de las obras de Antonio Castillo Lastrucci (1882-1967), algunas de las cuales se tildaron de castillonas, por el rumor bien fundado de que pasaron escasamente por las manos del maestro. Del mismo modo ocurre con la repetición de obras, en este aspecto a nadie se le escapa que usó los mismos modelos para algunas de ellas, citemos sólo los casos más significativos como son los del Señor de la Columna y el Señor de la Humillación de Málaga, por más que algunos autores se empeñen en dulcificar el asunto, la imagen de Nicodemo del grupo escultórico del Santo Entierro, cuyo modelo pertenecía a la imagen de Jesús Preso de Torredonjimeno (Jaén) o la extraordinaria Virgen Dolorosa de este mismo grupo, que con sólo unos cambios de colores y matices de su policromía o el cambio de postura de sus brazos y manos transformó en otras advocaciones incluso de carácter glorioso. Aun así, podemos considerar estos hechos como meramente anecdóticos dentro de su dilatada trayectoria.

Sin embargo, como ya hemos referido, si peso en su carrera la pésima administración del taller, unida a que los escasos recursos de la época propiciaban no pocos retrasos a la hora del pago de sus clientes. Es digno de resaltar la generosidad que Palma tuvo siempre a la hora de aplazar pagos y perdonar deudas, en detrimento, claro está, de su propia economía y de la de sus operarios, algo que le dio más de un quebradero de cabeza con estos y con sus proveedores. Todo se define en la liberación que para él supuso su marcha a Italia, siempre confesó a sus amigos, con la alegría de quien se ve liberado de una pesada carga, aquí no hay sábados, en alusión a que en aquellos años éste era el día de pago en España. Quienes tenemos alguna relación hoy en día con artistas y artesanos sabemos que esto es imposible en la actualidad, los pagos se fijan escrupulosamente, se abonan puntualmente y las obras no salen de los talleres si no están finiquitadas en su totalidad, de fallar alguien suele ser el artista en sus plazos de ejecución, ya no hay lugar ni a la bohemia ni a la confianza en el cliente, el arte se ha convertido en un sobrevalorado, mucha veces, objeto de consumo, sin concesiones de ningún género y me consta que en nuestros días es casi imposible, excepción alguna habrá, que un cliente mantenga las relaciones de amistad que Paco Palma mantuvo con los suyos. De su gracia, de su talento, de su bondad, de su ingenio, me cabe la satisfacción de poder dar fe.

Y si Palma esculpió, pintó, diseñó y proyectó, no es menos importante su faceta literaria, casi desconocida, por poco prodigada, pero no menos interesante, merecería la pena la publicación de sus escritos. Cultivó el género epistolar entre sus amigos con algo más que brillantez, gozamos de un pequeño archivo al respecto que así nos lo confirma. En las numerosas entrevistas que le realizaron respondió siempre con particular poesía y erudición y sobre todo con una dosis de ironía propia de su enorme inteligencia y que le hacían salir airoso de cualquier situación.

Málaga para nacer, Úbeda para morir


Paco Palma, el primero de los tres nombres artísticos con los que firmó su obra, y el que le dio Málaga, amaba su tierra profundamente, siempre quiso volver a ella, pero siempre huyó. Mantuvo una relación de amor y odio, creemos que siempre pensó que su ciudad dejó escapar su talento, y a nosotros nos parece que también, y creemos aún más, de haber consolidado su trabajo y su taller allí hoy su obra tendría mayor reconocimiento. Volvió para morir, pero huyó antes de morir y compendió en la Cofradía de Zamarrilla el comienzo y fin de su carrera. Ahora yace en Úbeda y, eso creemos que, Úbeda no lo tiene aún asimilado. Es pobre, muy pobre, el monumento que la ciudad a la que entregó lo mejor de su vida le ha dedicado, usando un busto realizado en 1976 con otro fin. Es pobre, muy pobre el lugar de su enterramiento, posiblemente generoso, pero a nosotros nos parece insuficiente, nos gustaría que Palma reposara en la Capilla de su Cristo de la Columna, no sería el primer escultor que lo hiciera ante los pies de la obra de sus amores, Ortega Bru en San Andrés, Castillo en San Julián, de Sevilla, o Perceval en la Catedral de Almería, por citar sólo algunos. Y sería interesante y necesario que Úbeda cobijara el museo de Palma, no le habrían de faltar piezas y documentos atesorados en muchos domicilios particulares.

Pero Palma continúa hoy vivo, pues sigue latiendo en el corazón de cuantos nos seguimos emocionado ante sus Cristos y sus Vírgenes. Tenemos una enorme tarea por delante para desentrañar su gigantesca figura, nos falta un estudio biográfico serio y un análisis más concluyente de su obra, que va mas allá de cuanto ven nuestros ojos.

Bibliografía
Prensa y Archivos
- VV.AA. Revista Cultural Francisco Palma Burgos. Editor Fernando Salas Pineda. Almería, 1986.
- Archivo privado Fernando Salas Pineda

Libros
- VV.AA. Semana Santa en Jaén. Ediciones Gemisa, S.L.
- Almagro García, Antonio: Santa María de los Reales Alcázares de Úbeda: Arqueología, Historia y Arte. Editorial El Olivo. Úbeda, 2003.
- Jiménez Guerrero, José y Sánchez López, Juan Antonio: Zamarrilla, historia, iconografía y patrimonio artístico-monumental. Edita Hermandad de Zamarrilla. Málaga, 1984.
- Quesada Consuegra, Ramón. Úbeda: Hombres y Nombres. Asociación Gavellar, Casa de Úbeda en Madrid. Úbeda, 1982.
- Sánchez López, Juan Antonio: El alma de la madera. Edita Hermandad de Zamarrilla. Málaga 1996.
- Téllez Laguna, Manuel: Paco Palma Escultor-Imaginero 1887-1938. Real y Excma. Hermandad del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura. Málaga, 1985.
- Toral Valero, Felipe: Vida y Obra de Palma Burgos. Editorial El Olivo. Úbeda, 2004.

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Rafael Poyato Crespo

Al hombre que encarna con su gubia maravillosa, la imagen de lo que siente su alma gigantescamente noble.

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