En el I Anivesario del fallecimiento de mi querido hermano Paco

por José María Palma Burgos
publicado la Revista Cultural Francisco Palma Burgos,
editada por fernando salas pineda con motivo del I aniversario de su muerte. 1986


No puede creer que mi adorable hermano Paco, no esté entre nosotros. Sí adorable, pues era adoración lo que sentía por él, pues era mi maestro, mi padre, mi gran amigo Paco, a quien quiero rendir un vibrante homenaje de admiración y recuerdo en estas fechas tan tristes, pero al mismo tiempo con la fe de que está entre nosotros ante la presencia de Dios, rodeado de sus Santos, de sus Cristos y Vírgenes.

A las once años, con vocación precoz, asombra a todos realizando un retrata magistral, imposible pensando humanamente, dados sus pocos años, del gran Salvador Rueda. Fue entonces pensionado por el Excmo. Ayuntamiento de su tierra natal (su bendita Málaga) y trabaja con fe a la vez que realiza profundos estudios, esculpiendo y pintando con singular maestría, recompensada siempre can medallas y premios en cuantas ocasiones concurre a exposiciones.

A los veinte años es nombrada Profesor Auxiliar de Modelado y Vaciado en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Málaga, ocupando el mismo año el cargo de asesor Artístico, como escultor de la Junta de Reconstrucción Pro-Obispado. Su arrolladora intuición creacional le lleva a multitud de actividades: dirige artísticamente representaciones de Autos Sacramentales; impulsa la Semana Santa malagueña; realiza gran número de tronos y retablos; pinta paisajes y retratos, una de ellos fue el de mi padre.

En aquella época, cuando iba al campo muy temprano, le acompañaba para verle pintar; era un mago manejando los pinceles, el color la técnica. Yo disfrutaba viéndole dibujar y emplear la espátula sobre el lienzo blanco, poca a poco aparecía el paisaje.

EL Ministerio de Asuntos Exteriores le beca para que permanezca en Roma cuatro años. Obtiene la LÁUREA en 1943. Antes de su marcha a Italia la Cofradía de la Amargura de Málaga le encarga su primer Crucificado, llamado "Milagros"„ a continuación talla su obra maestra, el Cristo de la Buena Muerte ,para sustituir al desaparecido de Mena, el de la Sangre, Humillación,... y multitud de obras que se reparten por toda la geografía-patria para dejar patente en todos las sitios el consumada arte de mi maestro.

Entre otras muchas distinciones era Académico de Número por elección de la de Bellas Astas de San Telmo, de Málaga. Expuso sus pinturas y esculturas dentro, y fuera de España. En Madrid en 1943 realiza el trono del Cristo de Medinaceli, cuyo proyecto y ejecución fue ganado en concurso Nacional.

Seríademasiado prolijo enumerar todos y cada uno de los éxitos de este maravilloso artista malagueño, universal mejor, por la amplitud de miras y su encaje dentro del panorama creacional a que le impulsaba su quehacer constante. Hasta en la Catedral de Munich, y expresamente solicitado por su Restaurador Oficial, hay un Crucificado salido de sus manos.

Hace unos años llega de nuevo a Italia cubierto con un inmenso cargamento de sueños de su estudio de España, su Iglesia Románica enclavada en la vetusta Úbeda. Le asombra la belleza de un lugar pequeñito que se llama Castel Sant´ Elía, provincia de Viterbo, y allí clava sus armas y monta su estudio-torreón, le lleva su inquietud, su vivo espíritu, su fiebre creacional, y cogiendo los pinceles con incansable ahínco para plasmar en el lienzo cuanto miran sus ojos.

Sigue siendo complejo el Profesor, como le llamaban sus discipulos con cariño y afecto. El sigue siendo, un artista como de viejos tiempos, ha creado sus fórmulas para policramar, restaurar iglesias, practica nuevos métodos ideado por él en la ejecución de talla, dorados, repujado en cuero policromado, dorados y estofados empleando panes de oro y otros de estuca para decoracionos murales.

Durante su última etapa en Roma le otorgaron infinidad de medallas, titulos. La de Oro de la Exposición de Pintura Extemporánea en 1962; la de Bronce en igual Concurso en 1961; la de Oro del Ministerio de Turismo italiano, la Medalla de Cobre da Vía Marguta, etc., amén de varios premios en metálico, diplomas y menciones.

Era hombre grande y fuerte, con brazos como puentes para aunar a las gentes que se asomen al arte, y él era esa palabra. Ha restaurado a Mena, a Berruguete, a Cano... todos los cardinales de la estrella del arte los abarca, porque subió sólo por la vida que daba a cuanto manejaba, bien fuera barro, dura piedra, madera o blanco lienzo, para asombrarnos siempre con la verdad más ruda, o la belleza, sin estridencias nunca; la armonía es vital en su obra.

La concepción pictórica de mi hermano era realista en esencia, su pincelada firme. Dominaba los caminos que conducen seguros a la armonía perfecta de la luz y color, e infundía a sus creaciones palpitaciones y ritmo, vida propia. Pero lo que agradecemos a Paco Palma es su carencia de artificios, su verdad incuestionable, la presencia en todos los momentos de su arte de luminosa y bella vocación de poeta -aunque él nunca lo supo-; poeta de sonrisas y colores, pisando, recio y firme hasta su muerte, y el barro que modelara y las pinceles, como si hacer milagros fuera su cotidiano oficio y placentero; un gesto que plasmara con rotundez madura donde anida lo esencialmente bello, lo que nos causa incuestionable admiración y asombró de que pudiera ser hecho por manos humanas.

Un día volvió el Maestro, el Profesor, el Padre, el Hermano y el Amigo a morir cerca de su Iglesia Románica enclavada en su vetusta Ubeda.

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Rafael Poyato Crespo

Al hombre que encarna con su gubia maravillosa, la imagen de lo que siente su alma gigantescamente noble.

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