El imaginero malagueño Francisco Palma Burgos (1918-1985)

por Miguel Morales Folguera
Publicado en el Diario Sur, de Málaga. Sábado 12 de diciembre de 1987

Escribir unas lineas, aunque sean breves, sobre este importante escultor malagueño, fallecido hace apenas dos años, sería imposible sin citar a su padre, Francisco Palma García (1887-1938), en cuyo taller aprendió el manejo de las gubias y a modelar el barro y del que se puede considerar como su epígono, y sin enmarcado dentro de toda una tradición escultórica malagueña, que se remonta a Pedro de Mena y Medrano (1628-1688), del que el año próximo se cumple el tercer centenario de su fallecimiento y que ha pervivido casi hasta nuestros días en las figuras señeras de Fernando Ortiz ([716-1771) y de los Gutiérrez de León en el siglo pasado.

Francisco Palma Burgos puede estimarse por lo tanto como el continuador de una estética de tradición barroca, como barroca es también la misma Semana Santa, caracterizada por una temática fundamentalmente religiosa, la técnica de n imaginería, es decir, la talla en madera dorada y policromada, y un estilo en el que predomina el gusto por la belleza corporal y sensitiva y una expresividad contenida y ensimismada, que no llega nunca a estallar en lo patético y en lo dramático, de que suele hacer gala la imaginería castellana.

A Paco Palma le sucedió lo que a otros artistas de gran talla. Su padre era escultor, por lo que muy bien podría afirmarse que nació prácticamente en el taller, aprendiendo desde pequeño los secretos de la gubia de manos de su mismo progenitor a la vez que se desarrollaba como niño y como adolescente. Esta circunstancia explicaría, como en el caso de otro insigne y coetáneo artista malagueño, Pablo Picasso, su precocidad artística y que ya a los veinte años (1938) realizan una obra tan madura como el Cristo de los Milagros, talla en madera policromada de tamaño natural (1,80 metros) sita en la ermita de Zamarrilla.

El año 1938 mamcaría un hito en su vida y en su carrera artística. Su padre muere repentinamente y no tiene más remedio que ponerse al frente del taller familiar, comenzando a partir de entonces a lloverle los encargos, que no solo proceden de Málaga capital, sino también de pueblos de la provincia (Antequera, Frigiliana, Torremolinos, Benadalid, Benalauría, Cortes de la Frontera, Ubrique) y de diversas poblaciones españolas (Madrid, La Carolina y Úbeda en Jaén) e incluso de Roma, donde se estableció varias veces, la primera de las cuales fue en 1940, cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores le concedió una beca para cursar estudios en la Escuela de Bellas Artes. Su estancia más larga en esta capital italiana sería a partir del año 1960, cuando se instala en Castell S. Elia (Viterbo), sufriendo una profunda transformación, que le llevaría a practicar incluso la pintura dentro de un estilo «impresionista». Su producción en Úbeda fue muy importante y comparable a la que realizó en Málaga, hasta el punto de que los ubetenses le erigieron en reconocimiento un busto en bronce, que se halla en los exteriores del Hospital del Salvador.

Si hubiera que definir el conjunto de la obra de Palma, que es amplia y diversa, habría que hacerlo designándolo como imaginero de temas religiosos para pasos de Semana Santa. Por otro lado, y sin menospreciar el resto de su creación, si hoy este escultor es conocido, incluso a niveles populares, es por su Cristo de Mena o de la Buena Muerte, perteneciente a la Pontificia y Real Congregación de la Buena Muerte y Animas y Nuestra Señora de la Soledad. Posiblemente en ninguna obra como en esta, al igual que en los crucificados de la Misericordia y de la Sangre, con los que tipológicamente está relacionado, alcanzó tan altas cotas de belleza ideal, a la vez que de realismo y de perfección plástica. Este difícil equilibrio y conjunción entre realismo e idealismo revelan una genialidad, que solo en contadas ocasiones los grandes artistas han sabido alcanzar y que le valen para que se le sitúe en un lugar privilegiado dentro de la historia del arte andaluz.

Bibliografia
María Presentación PEREIRO BARBERO y José Miguel MORALES FOLGUERA, «El imaginero malagueño Francisco Palma Burgos Apuntes biográficos (1918¬85)». «Boletín de Arte», Universidad de Málaga, n.” 3, 1982, págs. 69-87.
Agustín CLAVIJO GARCÍA, «La Semana Santa malagueña en su iconografía desaparecida», Málaga, Arguval, 1987.
José Luis ROMERO TORRES, La escultura de los siglos XV al XVIII« y escultara del siglo XIX y comienzos del XX«, en Málaga Arte. Arte. Vol. III, Granada, Anel 1984, págs. 833-844 y 939-958.
Andrés LLORDEN, A., y Sebastián SOUVIRON, «Historio documental de las cofradías y hermandades da pasión de la ciudad de Málaga», Málaga, Ayuntamiento, 1969.
Manuel TELLEZ LAGUNA, «Paco Palma, escultor-imaginero, 1887-1938», Málaga, Real y Excma. Hermandad del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, 1985

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Rafael Poyato Crespo

Al hombre que encarna con su gubia maravillosa, la imagen de lo que siente su alma gigantescamente noble.

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