Carta a Francisco Palma Burgos

por Alejandro Martino Savino
publicado la Revista Cultural Francisco Palma Burgos,
editada por fernando salas pineda con motivo del I aniversario de su muerte. 1986


Querido amigo Paco:

Cuando llegan las amanecidas de frío invierna, la luz, con penosa dificultad, trata de abrirse paso entre la esmerilada niebla.

Precisamente, con cronometrica puntualidad, en esos momentos , el sueño huye de mis ojos y se produce el fenomeno de, recordarte con perfecta fidelidad.

En esos instantes de silencio y meditación te veo, en mi imaginación, en la Iglesia de Santo Domingo, afanado, en tu inapreciable trabajo escultorico, arrancándole a la masa de arcilla figulina, pegotes de barro para ir formando, con tu arte de alto grado de perfección, imágenes maravillosas que traen a la memorio a las italianas del siglo XIII en el que empezaron a sobresalir artistas como Giovanni Pisana y Nicola, que precedieron la larga lista de maestros del Renacimiento, que van desde Jacobo della Quercia hasta Giovanni de Bologna. El principal centro de escultura fue entonces Florencia con Bruneleschi, Ghiberti, Donatello, Miguel Angel y otros, pero hubo también escuelas famosas en Venecia, Siena y Roma.

En el resto de Europa, los grandes escultores del Renacimiento, fueron: Peter Vischer en Alemania, German Pidon y Juan Ganjón en Francia y Alonso Berruguete en España. En la América Colonial, la escultura fur principalmente religiosa bajo la influencia de la escuela sevillana de Juan Martínez Montañes.

La tendencia de la escultura moderna es muy variada y libre, y tíu, de tan diversas escuelas tomaste el espíritu y esencia, perpetuando tu nombre con admiración en Italia y en todas las regiones de España.

Recordándote con frecuencia me vienen a la memoria nuestras charlas en italiana y, con tu natural gracejo y simpatía, me narrabas múltiples y graciosas anécdotas que con placer escuchaba haciéndome pasar ratos muy agradables. Tu personalidad, aunque no lo aparentabas, era vigorosa de genio, verdaderamente extraordinaria. Con esta cualidad alcanzaste a desarrollar las virtudes humanas que recibimos en germen anejas a nuestra naturaleza en el nacimiento. Inteligencia y voluntad, dos facultades que te caracterizaron y distinguieron. Y con esas facultades que son principios de acción, potencias de operación, desarrollaste la lealtad, la honradez, la laboriosidad, la fraternidad, la generosidad, la alegría, el optimismo y la sinceridad... fundamentalmente las virtudes humanas que te sirvieron de soporte a tu recta razón, a tu equidad, fortaleza y prudencia.

Tú ya has pasado por la gran aventura de la muerte humana, que no se juega más que una vez. Pero recibimos con la seguridad de que no es un hecha aislado, esporádico, que ninguna relación tiene con los otros acontecimientos vitales. La muerte -buena o mala- es la resultante de las fuerzas que han aporado en la vida. Se muere coma se ha vivido.

Paco -así te llamaba en la intimidad- te has ido, pero tu estás entre nosotros. Tu sabes el cariño que sentíamos por tí, por tu simpatía, por tu inteligencia, por tus constantes favores, por tus saludos afectuosos, por tus sabios asesoramientos.

Sí querido Paco, con honda tristeza te has ido para siempre acompañado hasta tu última morada, en tu Úbeda querida, en donde dejas muchos recuerdos para perpetuar tu memoria. Descansa en Paz.

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Rafael Poyato Crespo

Al hombre que encarna con su gubia maravillosa, la imagen de lo que siente su alma gigantescamente noble.

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