EL CRISTO DEL CLAVO DE FRANCISCO PALMA BURGOS

por José Guillermo Rodríguez Escudero, con información de Andrés Abel Martín Díaz
publicado en La Hornacina



Este imponente Cristo Yacente, perteneciente a una iconografía pasionista surgida en el periodo barroco, fue realizado para la localidad canaria de Santa Cruz de La Palma. Se trata de una de las últimas obras del magistral escultor e imaginero malagueño Francisco Palma Burgos (1918-1985). Su primera salida procesional fue el 5 de abril de 1985, acompañado por su artífice, en el mismo año de su repentina muerte.

Palma Burgos, cercano por esas fechas a los 70 años de edad, no tenía excesivos deseos de volver a esculpir más tallas para la Semana Santa, pero el compromiso y su amistad con José María Gallo Moya, destinado en Santa Cruz de La Palma, así como “la mediación que éste tuvo para trabajar tanto y bien en Torredonjimeno", hicieron que no se pudiera negar al ofrecimiento de esculpir la talla, tal y como nos lo cuenta el historiador Felipe Toral.

El escultor tuvo problemas para acabar su antepenúltima obra, realizada en cedro de la Selva Negra (Alemania) y en una sola pieza, cuya parte que descansa sobre la espalda y el paño de pureza figura totalmente lisa. También hubo dificultades con las autoridades italianas para sacarla de Viterbo, ciudad donde fue bendecida el 14 de septiembre de 1984. Finalmente, esconderla en el maletero de una guagua fue la solución.

La denominación de Cristo del Clavo se debe a que los pies desnudos del Cristo Yacente, a diferencia de lo habitual, continúan unidos por un clavo, como si el escultor quisiera indicar “la permanencia de Cristo en la Tierra”. Curiosamente, este clavo o tacha pertenecía a una puerta del castillo de la famosa familia Borgia.

El popularmente conocido como “Señor Muertito” ha tenido otras imágenes, como la de pasta de papel atribuida al Cura Díaz, ahora venerada en La Gomera, y otra hecha en escayola y seriada, procedente de la ciudad gerundense de Olot, hoy en Garafía. Esta última desfiló procesionalmente desde 1948 hasta 1984. La idea de que fuera Ezequiel de León el autor de una nueva talla no prosperó. En su lugar, se eligió a Palma Burgos.

En la Procesión Magna que se celebra cada Viernes Santo, precede a las preciosas y pesadas andas de plata del Señor -cinceladas por el orfebre lagunero César Molina (1957)- la Cofradía del Santo Sepulcro, hermandad masculina de penitencia que engrandece el instante en el que Cristo Muerto pasa lenta y majestuosamente ante la triste y respetuosa mirada de la muchedumbre, creando instantes cargados de profunda emoción.

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Rafael Poyato Crespo

Al hombre que encarna con su gubia maravillosa, la imagen de lo que siente su alma gigantescamente noble.

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